Este 2025 se cumplen 50 años del por entonces denominado “hecho biológico”.
¿Qué no les suena? Pues expliquemos que con este eufemismo se referían en los últimos años de la dictadura a lo que se esperaba más pronto que tarde, el fallecimiento del dictador (para otros, Generalísimo) Franco.
Y llegó el día. Y falleció. En la cama. Sin rendir cuentas de sus desmanes.
Como decimos, se van a cumplir 50 años de aquello. ¡Medio siglo! Tiempo más que suficiente para los estragos de la (des)memoria. Para que juvenalia vea a Franco y el franquismo como un capítulo más del currículo académico de Historia. Sin valorar lo que supuso y, aún peor, dulcificándolo cuando no reivindicándolo.
Y no. No se puede ni, mucho menos, se debe, restar ni un ápice de rechazo a lo que Franco y el franquismo supusieron. Cuatro decenios de represión, tiranía, abusos, torturas y falta de libertades.
Hay quien argumenta que Franco trajo el desarrollo y la prosperidad a nuestro país y no es cierto. Fue el crecimiento económico generalizado quien trajo cierto desarrollo, y, si no, comparémonos con el resto de la Europa de la época. No hay comparación. Ni color.