Un mercado floral
Vecino. Informacion.

Villafranca está sumida en una permanente primavera. Tenemos unas paredes de lo más lindas. Una pena que las hierbas y flores que salen de sus grietas no huelan. Es una pena que no lo hagan, a diferencia de los purines que llegan por temporadas de las distintas granjas existentes, dejándonos con el aliento transido de panceta revenida.
Una pena que esas hierbas que emergen de las losas del empedrado, de los bloques de hierro, tierra y hormigón e, incluso, de los contenedores de basura, sean insípidas e inodoras. No despidan ningún perfume. Pero no son, obviamente, incoloras. Sus colores son vívidos. Y al estar pegadas a las paredes hasta parecen cuadros de pintura al natural. Joder, y tan natural.
Ante tal hecho de explosión vegetal, preguntaría si la dejación del Ayuntamiento no es dejación municipal. Y preguntaría si, incluso, echa abono a esas hierbas para que crezcan salvajemente y le den al pueblo un toque exótico. Si no es así, no se puede entender tanto abandono.
Menos mal que dichas hierbas, flores y hierbajos no albergan en su clorofila instintos asesinos, si no, Villafranca sería, entonces, el escenario de una película de terror, que ni las novelas de S. King.
Azucena