CARNAVAL MUNICIPAL
Vecino. Informacion.

Ha llegado el Carnaval a Villafranca, y todo el mundo sabe como ha sido. En Villafranca no es ninguna novedad, porque en el pueblo todo el año es carnaval. Y siendo así, que lo es, esperaba que los carnavales de este año tuvieran un toque distinto al que nos acostumbran los gerifaltes municipales del lugar. Pero no caerá esa breva. Menos aún con una oposición silenciada.
Dado que, al tratarse del Carnaval, fiesta que trastoca el orden impuesto, sea político y religioso, entendía que era ocasión propicia para que Alcaldía dejara a la oposición vía libre para dejarla meter mano en la organización de dicho espectáculo o, por lo menos, preguntarle si acaso qué opinión le merecía el hecho de repetir todos los años la misma procesión de tractores revestidos de hojalata y celofán.
Como quiera que mi propuesta llega tarde, la dejo caer en este momento por ver si convence llevarla a la práctica en las carnestolendas del próximo año.
Mi idea es que la alcaldesa y su claque formaran una comparsa o chirigota. Y que, acogiéndose a un más que celebrado sentido del humor y de la autocrítica, se dedicaran a ponerse a caldo -autocriticarse, lo llaman-, escenificando con sus oportunas máscaras y disfraces los disparates y ofensas al vecindario que han cometido durante esta legislatura, riéndose de sí mismos y. al mismo tiempo, aceptando de buena gana lo pésimos regidores que han sido con relación al agua, la limpieza, la cruz de Vacacara… y así.
Si la propuesta no les parece acorde con la seriedad de un carnaval autocrítico y pendenciero, lo entiendo. En su defecto, podrían disfrazarse de lo que a lo largo del año han personificado mejor ejercitando sus papeles como alcaldesa y concejales de Hacienda, de Cultura, de No Sé Qué y No Sé Cuál respectivamente. Para ello tendrían que reflexionar unos cuantos minutos y caer en la cuenta del concepto que mejor podría describirlos como tales munícipes. Si no les viene ningún término, pregunten a la oposición que seguro que les sugerirán unos cuantos.
Para finalizar, el Ayuntamiento podría proponer un concurso de representaciones carnavalescas donde el vecindario ejerciera su libre potestad de poner a caldo al municipio, una actividad que, en los tiempos en que el Carnaval no había perdido su sentido original de crítica al poder, se hacía en muchos pueblos de España. Como quiera que a este ayuntamiento se le reconoce una aptitud sobresaliente para recuperar tradiciones que nunca hubo en el pueblo, esta que indico podría formar parte de ellas.