CENTRO CULTURAL DEL MOLINO
Vecino. Informacion.

En el pleno del día 20 de febrero, hemos conocido la última del Ayuntamiento, bueno, mejor sería decir de la alcaldesa y ello con relación al Edificio del Molino. Como ya se ha recordado en este blog, en octubre de 2024 se aprobó una moción, propuesta por la oposición socialista, que planteaba transformar dicho edificio en un centro cultural de memoria. La moción fue aprobada mayoritariamente por el pleno, con dos abstenciones.
Dos de los acuerdos que figuraban en la moción eran que el equipo de gobierno del Ayuntamiento “trasladaría el dictamen de dicha moción al pueblo de Villafranca por medio de todos los métodos comunicativos que se utilizan actualmente” y que se comunicarían “a la Asociación de Memoria Histórica local.
Por el pleno del día 20 de febrero pasado sabemos que alcaldía no ha hecho ni una cosa ni otra. ¿Por dejación? ¿Por olvido? Nada de eso. Según palabras de la alcaldesa, porque “la moción aprobada en octubre de 2024 no era vinculante”.
En efecto. Según la Constitución, “las mociones son acuerdos sin carácter normativo”. Es expresión de un mandato o aspiración para que un ayuntamiento o un gobierno actúe o se oriente en un determinado sentido. También se conocen como “proposiciones no de ley, resoluciones, recomendaciones, etcétera”. No son parte del Derecho y carecen de la fuerza de obligar que tiene una ley y no pueden invocarse ante terceros.
Dicho lo cual, habrá que aceptar que la alcaldesa se ha reído de todos. Porque, si de antemano sabía que la aprobación de dicha moción no era vinculante y que ella y su equipo no la iban a cumplir, ¿por qué la votaron a favor y dos de su claque se abstuvieron? Lo más honrado, políticamente hablando, era haber votado en contra. Y no dar pie a fabulaciones optimistas.
Una moción como la de pedir la transformación de un edificio en un centro de cultura refleja el sentir de una parte importante del pueblo de Villafranca. Y votar a favor de esa moción como hizo el pleno parecía que también lo consideraba así, pero, ahora, al declarar que su efecto es nulo o no vinculante para justificar su dejación en el cumplimiento de los acuerdos, constituye un desprecio absoluto hacia el pueblo y revela un tono político, moral y ético, por parte del equipo de gobierno del ayuntamiento, barriobajero e indigno. Y deja en muy mal lugar el decoro político del Ayuntamiento como institución. El titular es de lo más paradójico: “Un Ayuntamiento vota mayoritariamente a favor de una moción para, luego, su alcaldesa declarar que sus acuerdos no son vinculantes”.
No hay otra manera de calificar dicho gesto. Hipócrita. Porque, si sabes de antemano que no vas a respetar un acuerdo, es marrullería propia de aquel a quien le importa un pepino la buena fe de gente.
La ciudadanía de Villafranca debería tomar nota. Estamos ante una conducta impropia de una regidora municipal que ha dejado la honorabilidad del Ayuntamiento a la altura del betún. Se trata de un gesto que cuestiona su sinceridad, no solo política. ¿Cómo confiar en sus decisiones cuando vota a favor de una proposición que no va a cumplir vete a saber por qué razón?
Una moción no tiene fuerza jurídica. Lo dice la Constitución. Vale, Pero tiene fuerza moral. Y no respetarla, incluso en sus aspectos menos comprometidos -como comunicar al pueblo y a la Asociación de Memoria histórica los acuerdos de octubre de 2024-, es un signo escandaloso de no respetar la voluntad de los representantes municipales, máxime cuando estos habían votado a favor de dicha moción mayoritariamente, incluida la claque electoral de la alcaldesa. Una claque que, si fuera menos servil, tendría algo que decir al respecto.
Nos gustaría que esta increíble escena formara parte de un acto de una comedia absurda. Pero no lo es. Es resultado de lo que da de sí una mayoría municipal autoritaria, engreída y despótica, que hace lo que quiere, como quiere y cuando quiere. La ley estará de su parte, pero no la ética.
Villafranquesa harta