SR. GIMENO, CONSEJERO DE EDUCACIÓN, ¡VÁYASE!

Vecino. Informacion.

SR. GIMENO, CONSEJERO DE EDUCACIÓN, ¡VÁYASE!

Todo lo que sucede en Educación nos afecta. Y nadie, padres, madres, adultos, jóvenes, deberían encogerse de hombros y decir que eso es cosa de políticos y de las personas a quienes les ha tocado el marrón de turno. Es asunto público. De todas las personas que defienden una Educación Pública, tengan o no hijos en edad escolar. Algún día les tocará afrontar este u otros problemas de parecida naturaleza. Porque lo que está sucediendo con la comunidad educativa en Navarra y, más en concreto, en el Colegio Hilarión Eslava, es una cacicada, perpetrada con premeditación y alevosía por parte de la Administración Educativa dirigida por un Consejero, que todo lo que toca en materia educativa lo convierte en un grave problema social y familiar.

¿Cómo a estas alturas se puede imponer un ciclo educativo de 0 a 3 años en un centro de Primaria? Que esta imposición la hiciera un Ingeniero de Caminos y Puertos -sin que esto sea un signo de desprecio a los ingenieros de este país-, podría entenderse, dada la ignorancia que tales técnicos tienen del funcionamiento de un centro educativo de Primaria, pero que lo haga un Consejero de Educación no es propio de un supuesto experto en materia pedagógica u organización escolar. A nadie se le escapa que un ciclo educativo y formativo como el de 0 a 3 años es decisivo en muchos aspectos de la evolución del niño. Por lo que se precisa unos formadores y educadores preparados específicamente para ello.

El obtuso Consejero debe de pensar que el profesorado de dicha etapa del niño solo precisa un buen conocimiento en habilidades psicomotrices para colocar pañales y procurar que las necesidades fisiológicas del bebé se satisfagan sin problema alguno. Si así lo considera es que el Consejero no ha leído del psicólogo Piaget ni una coma, acerca de lo que sucede en esos bebés durante ese ciclo de los 0 a 3 años. Y, por supuesto, de Vygotsky, Bruner o de Coll, acerca del sistema funcional de estas criaturas en materia cognitiva y afectiva.

Uno se pregunta si ha pensando verdaderamente en qué profesionales experimentados en ese ciclo se harán cargo de la implantación del ciclo en dicho centro. Dichos profesionales no se improvisan y el profesorado actual de dicho centro ya tiene sus correspondientes funciones asignadas en el organigrama laboral del centro. Quizás haya pensado el sr. Consejero que lo más perentorio y lo único que cabe hacer con estos bebés sea satisfacer sus necesidades fisiológicas, es decir, limpiar sus culitos y moquitos, al margen de lo que, como tales criaturas, sientan y piensen y que ya describieron qué sienten y qué piensan los Piaget y Bruner, además de otros psicólogos expertos en el aprendizaje cognitivo y afectivo de esos bebés.

Una experiencia piloto de esta envergadura como esta no se improvisa de la noche a la mañana. Imponer por las bravas dicho cometido es propio de quien imita maneras y modelos trumpistas. Una medida así requiere algo más que una decreto, una ley, una circular o una orden. El consejero cree que juega con fuego, pero no: lo hace con personas, con bebés, con sus familias y con el profesorado, el de Hilarión y el que está por nombrar. Según la prensa, las familias, los padres y las madres de estos bebés, no tenía ni idea a la hora de hacer la pre-matrícula de esta imposición y del funcionamiento de este este nuevo ciclo. No pediremos al sr. Consejero que dimita. Solo que “pre-dimita”. Es decir, que eche el freno y se desdiga de esta decisión, recapacite y vuelva a pensárselo con quien acostumbra a diseñar tales despropósitos. La Escuela Pública ni su comunidad escolar se merece un Consejero de esta nula sensibilidad social.